“Si no eres capaz de diferenciarte por alguna razón, serás sustituido por cualquier razón”. Ronnie Apteker
En esta ocasión quisiera tratar un concepto tan antiguo como es la “Reputación”, pero que recientemente ha tomado un mayor protagonismo en el mundo profesional, renombrado como “Marca Personal”.
Por supuesto, acotaremos y trataremos este tema dentro del sector jurídico. En muchas ocasiones, se trata la cuestión de la comunicación y la gestión de imagen de los despachos y las grandes firmas de abogados, pero se suele dejar fuera del foco de atención la gestión de la imagen y el desarrollo de marca personal del resto de actores del sector como jóvenes abogados, socios de despachos, fiscales e incluso magistrados.
La necesidad de gestionar esta marca personal por parte de los jóvenes abogados que buscan abrirse camino y desarrollar su carrera profesional resulta evidente, ya que su necesidad de destacar y de dar a conocer su nivel de conocimiento, sus logros y sus méritos es vital al no poder aún acreditar una dilatada experiencia profesional.
En el caso de los socios de despachos de abogados es donde encontramos quizás más desatendida se encuentra esta labor. En España hay más de 90.000 despachos de abogados de los cuales casi un 90% están formados por uno, dos o tres socios, es decir, despachos de perfil pequeño.
Estos datos no tienen por qué ser considerados en ningún caso como elementos negativos sino como una muestra de que en un importante porcentaje el peso de los socios en las firmas es capital, y que la Marca personal que proyecta el socio afecta de forma notable en la firma.
Los socios de estos despachos deben luchar por posicionarse en un sector que, como las cifras indican, está totalmente masificado y esto se logra a través de la especialización y la comunicación. La tendencia del abogado generalista que “toca todas las ramas” ya no es eficaz. Cuando el cliente busca resolver un problema, busca a alguien especializado en su área concreta. Ninguno iríamos a un oftalmólogo para una dolencia cardíaca y lo mismo ocurre con los abogados. Es fundamental diferenciarse y “vender” o más políticamente correcto “dar a conocer” nuestras virtudes o logros para atraer clientes.
Tener una presencia regular en medios de comunicación especializados, un blog periódico con contenidos de valor, participación en ponencias sobre el sector o clases en diferentes universidades o escuelas de negocio, son algunas de las actividades que podemos empezar a realizar para posicionar nuestra marca personal como jurista y transmitir la imagen de experto en nuestro área de especialización.
Una marca personal fuerte tiene importantes ventajas no solo para momentos en donde la dinámica sea estable, sino para aquellas situaciones que pueden acontecer como una escisión del despacho o un cambio de dirección de nuestra carrera profesional.
Esta circunstancia es una de las más relevantes para los otros actores del sector que anteriormente mencionábamos, como son los fiscales o los magistrados. Estas profesiones gozan de un importante reconocimiento dentro del ámbito jurídico, pero cada vez es más habitual comprobar como numerosos “servidores públicos” dan el salto al sector privado, entrando en flamantes firmas de abogados como socios y directores de algún área concreta o incluso liderando su propia firma.
Gestionar bien la reputación profesional ayudará y dirigir de una manera certera nuestra marca personal, lno es solo una buena inversión de presente, sino una brillante inversión de futuro.
Autor: Gonzalo Jiménez Illana